La Agencia de Noticias Nova publica un artículo que tiene como eje principal al Ex Intendente Municipal de Carlos Tejedor y actual Ministro de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Emilio Monzó.
A continuación, la nota completa:
El malestar con Emilio Monzó dentro del Pro ya es prácticamente una asignatura más en el curso de política partidaria que están haciendo Mauricio Macri y sus amigos. Aunque el alcalde porteño está tratando de calmar los ánimos y habilitar a cada uno a que, por ahora, despliegue su juego. Ya llegará el momento de optar por un candidato u otro.
La bronca con Monzó enla mayoría de las secciones de la Provincia responde a que el ministro de Gobierno “está armando para él”, alejado de las aspiraciones de los hombres de Macri, según acusan algunos referentes distritales. El ex funcionario sciolista apuesta a un futuro en el que él podría ser la figura protagónica. Pero lo hace con los fondos de la cartera que conduce en el gobierno porteño.
La historia es conocida: luego de su reelección en 2011, Macri creó el Ministerio de Gobierno para ampliar los márgenes de su partido y concretar la tan ansiada proyección nacional. En ese lugar designó a Monzó, que venía de integrar el gabinete de Daniel Scioli y desempeñarse con un unibloque en la Legislatura bonaerense. Pero hoy Monzó está levantando la mano de candidatos de su propio armado, que le reportan directamente a él, en detrimento de los referentes del Pro que vienen construyendo trabajosamente desde hace años.
Según confesaron a NOVA fuentes que participan del “toma y daca” del Pro en la Provincia, Macri por ahora “escucha a todos”. “Deja que jueguen los dos sectores, total está todo por armar. Después verá cómo arregla hacia adentro”, deslizan.
La interna repercute de manera dispar en cada sección electoral. En La Plata, por ejemplo, el Pro tiene un dilema: aún la cúpula no resolvió si el candidato a diputado va a ser Julio Garro o Marcelo Daletto, uno que viene de la Cuarta -es oriundo de Chacabuco- pero se quiere prender en la Octava. “Con tal de morder, le da lo mismo la sección”, dicen las fuentes.
Como ya adelantó este portal, Macri le soltó la mano a Garro, una movida que terminó de asestar con la remoción del platense del cargo de apoderado del Pro bonaerense. Una coyuntura que Monzó quiere aprovechar para colar a Daletto, su segundo en el Ministerio de Gobierno, en la lista de candidatos a diputados por la Octava del “pro peronismo”. Su objetivo es ubicar a su pollo debajo de Gonzalo Atanasof, que encabezaría la nómina.
Claro que no la tiene fácil, porque en el partido amarillo la figura de Daletto genera todo tipo de resistencias. Como ex ucedeísta, ex menemista y ex sciolista, Marcelo Daletto no despierta confianza en sus nuevos compañeros de ruta. A fines de los ’90 apoyaba una “re-reelección” de Carlos Menem, y luego se camufló de kirchnerista siguiendo los pasos de su jefe Monzó. En el camino fue denunciado por corrupción por la entonces diputada Graciela Ocaña.
De imponerse la voluntad de Macri, Garro aceptaría descender un escalón y ser candidato a concejal en La Plata. No por nada liberó a su gente y los instó a que “busquen lo que puedan”, pese a que todos coinciden en el reclamo de que no acepte. Pero el escenario se torna incierto porque, a diferencia de Atanasof, que está instalado, Daletto es un perfecto desconocido en la Octava. “No da garantías de nada”, se quejan por lo bajo.
Tal es la flexibilidad del ex ucedeísta que, en caso de competir por la Cuarta, iría de senador; si se cuela en la Octava, de diputado. Una cuenta rápida. El alumno supera al maestro.
En la Cuarta Sección, Monzó busca renovar la banca de Ricardo Zamperetti, el senador “pro peronista” de General Villegas. Tampoco la tendrá fácil, porque el legislador tiene las voluntades divididas. “Le dicen el hombre del 33 por ciento”, bromeó una fuente. El gráfico que trazan es que un 33 por ciento de su filiación política responde a Daniel Angelici, presidente de Boca y referente del PROA, el otro 33 por ciento al Pro puro, y el último tercio a Sergio Massa, con quien tiene una “excelente relación”, a punto tal de que llegó a especularse con un posible salto al massismo.
El PROA, un flamante espacio de radicales que se incorporaron al macrismo, tiene la orden provincial de trabajar y hablar con todos los sectores. En un escenario sin definiciones, el objetivo es “tener buen diálogo y acercarnos a todos”, confían en el espacio. La expectativa de máxima es lograr la reelección de Orlando Yans en la Segunda, un porteño de profesión binguero que fijó domicilio en Pergamino para acceder a la banca de la Cámara Baja. La otra meta es pelear seis o siete concejales en los distritos.
En la Quinta Sección, en tanto, Monzó bendijo al ex piloto “Lalo” Ramos, siguiendo la única idea que se le cayó hasta ahora: convocar a personalidades del deporte y el espectáculo al mejor estilo menemista. Miguel Del Sel en Santa Fe, Héctor Baldassi en Córdoba y Carlos Mac Allister en La Pampa son algunos de los ejemplos más conocidos. Militancia cero.
En la Sexta y la Séptima, por ahora, Monzó y sus amigos no tienen demasiada inserción, sobre todo porque el ex sciolista hizo muchas promesas que después no cumplió, anotan en el Pro. En la Tercera, el macrismo tiene hombres propios como Néstor Grindetti, referente de Lanús.
El o ellos
La relación con Francisco De Narváez también es, a esta altura, otra materia en sí misma. Mientras Macri la resiste, por lo bajo sus hombres aceitan los contactos con el “Colorado”. Es el caso de Angelici, que no oculta su diálogo con el ex dueño de Casa Tía, al igual que Gustavo Posse y Jorge Macri, entre otros. Aunque hay una diferencia respecto de la etapa anterior: cada uno establecerá sus propias condiciones de negociación, no llegarán a un acuerdo en “paquete”.
En el denarvaísmo se ilusionan porque, en caso de fusionarse con el macrismo en una lista de candidatos a diputados nacionales por la Provincia, de 10 ó 12 “entrarían todos”. Por ahora no están seguros de que se realicen las PASO. Si Cristina Kirchner las confirma, la idea es no abrir muchas listas en los distritos conflictivos para evitar lo que le pasó a Eduardo Duhalde en 2011, que llegó a tener cuatro nóminas por distrito.
El relato amarillo
En la jerga del Pro hay una forma de señalar a Monzó. Los referentes distritales y legisladores suelen decir “el Ministerio” para hacer referencia al contacto que el funcionario establece con ellos. “Desde el Ministerio me dijeron que vienen”, “el Ministerio dice que sigamos”, son algunas de las frases escuchadas en los mentideros políticos del interior bonaerense.
Pero eso no es todo. La resistencia a Monzó crece también por las serias sospechas de su supuesta condición de “agente del kirchnerismo” en el gobierno porteño. El actual ministro macrista siempre fue un hombre de Florencio Randazzo, un peso pesado del peronismo de la Cuarta, y ese pasado le está costando demasiado caro.
Por esa filiación desembarcó, de hecho, en el gabinete de Scioli, y por esa misma filiación fue acusado el año pasado de haber intercedido ante el alcalde porteño para convencerlo de aceptar el traspaso del subte, un área que hoy maneja Randazzo. Esas sospechas fueron otro adelanto de NOVA.
Un poco de historia
Ex intendente de Carlos Tejedor, Emilio Monzó fue ministro de Asuntos Agrarios de Scioli tras la crisis con el campo y luego desempeñó sus labores legislativas desde un “unibloque” en la Cámara de Diputados provincial, donde lo recuerdan como un parlamentario “permeable” a los diversos intereses de la coyuntura.
Echado de la cartera sciolista en el año 2009 a pedido de Néstor Kirchner, inició luego un periplo que finalizó con su incorporación al gobierno de Macri, pasando por un infructuoso coqueteo con De Narváez. Como Ariel Franetovich, siempre fue hombre de Florencio Randazzo, su jefe en el armado peronista de la Cuarta Sección.
Todo eso explica su “lobby” a favor del traspaso de subtes ante su nuevo patrón. “El pedido a Macri para que lo firme lo dejó en evidencia”, se indignaban en su momento en el gobierno porteño. Ese sector, apartidario antes del desembarco de Macri en política, buscó sin éxito abrirle los ojos al alcalde. Como un peronista, hoy Macri deja jugar a todos.
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