Una misa, después un asado y un partido de fútbol. Así lo deben haber recibido en el cielo al Padre Gustavo, como se lo llamó en Carlos Tejedor. Lejos – muy lejos del estereotipo de sacerdote – siempre caminó las calles de Tejedor vestido con bombacha de campo y, más de una vez, con la camiseta de San Lorenzo de la que era fanático.
El jueves 19 de julio (2018) en un accidente automovilístico en Tucumán falleció Sergio Gustavo Medina, quien fuera párroco de Tejedor entre 1998 y 2001.
No fue un cura más, abrió la Iglesia a todos, pero de verdad. Se caracterizó por estar cerca de los jóvenes, y darle lugar. Pero también visitar a los enfermos y ancianos.
Mientras estuvo al frente de la Parroquia San Juan Crisóstomo conformó un entrañable grupo de monaguillos, compartiendo momentos de
religión, de asados, de fútbol y hasta de viajes, llegando a realizar campamentos en Tandil, Sierra de la Ventana y Alpa Corral. Sin dudas, marcó a una generación tejedorense.
Era común verlo cortando el pasto de iglesia, y no dudaba en asistir a asados que se organizaban en distintas peñas de Carlos Tejedor. Como así también ir a yerras en los campos.
Gustavo era del gran Buenos Aires. Tal como él lo contaba, durante un encuentro de Sacerdotes, el obispo de Lomas de Zamora, Monseñor Colino, lee una carta del obispo de 9 de Julio (Diócesis a la que pertenece Tejedor) en la que se refería a la falta de presbíteros. Medina no dudó y se ofreció. Así es que llega a Carlos Tejedor, donde fue todo un tejedorense. Incluso cuando llegó el momento de que regresara a su Diócesis la ciudadanía de Tejedor se movilizó para impedirlo, pero no fue posible.
Las comuniones y fiestas patronales se convirtieron en auténticas fiestas. Incluso muchos recuerdan aquel “Choripán folclórico”, un evento que inventó Medina y que congregó a diversos artistas en el salón parroquial.
No, no nació en Tejedor. Pero se integró de manera perfecta, y fue un tejedorense con todas las letras. Claro que no fue un tejedorense más. En un artículo periodístico aseguran que tras los 5 años viviendo en Tejedor algunos lo pasaron a llamar el “cura gaucho”.
Como se mencionó, el Padre Gustavo dejó huella en una generación tejedorense, pasado el tiempo fue quien casó a varios de ellos, y el sacerdote que bautizó a los hijos, estando presente en momentos buenos y de los otros. No queda duda que así como estuvo presente, lo seguirá estando, ahora más que nunca.
¡Hasta siempre Padre Gustavo!
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