Semana mundial del parto respetado

Por Ana Voarino, Doula, Preparadora Prenatal, Asesora en Lactancia Materna.

En la Semana Mundial del Parto Respetado, que se celebra a partir del 10 hasta el 18 de mayo, quiero compartir con ustedes  el  extracto de un texto publicado  originalmente en la Revista “LATIR, el Arte de Partear”  del reconocido médico Jorge Pronsato  -especialista en Pediatra y Neonatología de la provincia de Córdoba.

¿Qué es un parto respetado?

Con alguna frecuencia se escucha aquello de “embarazo, parto y nacimiento respetados”, de lo que se deduce que hay instancias en las que esos procesos fisiológicos no reciben el trato que merecen; ello sucede cuando se

pierde la mirada indispensable para considerar a otro con la dignidad de persona y muy especialmente cuando se confunde fisiología con patología y se abusa de tratamientos que fueron para las pocas ocasiones (más bien poquísimas) que requieren enfoques preventivos o abordajes especiales. Estos serios errores ocurren cuando, por incapacidad técnica o sometimiento insensato a protocolos, se insiste en aplicar a todos lo que sólo es necesario a unos pocos. Y ya se sabe que cualquier procedimiento tiene costos económicos, que afectan el bienestar de los asistidos por internaciones innecesarias, dolores, incomodidades varias y riesgos de magnitud variable. En el caso de embarazo, parto y nacimiento, esas conductas inapropiadas adquieren dimensiones mucho mayores.

El embarazo requiere controles prenatales. Esta es una estrategia de colosal importancia; su aplicación universal, precoz, periódica y completa genera un impacto de grandes beneficios que no dependen de la aplicación de técnicas sofisticadas, costosas o dolorosas; ni siquiera molestas. Se estima que puede disminuir  más del 30% la mortalidad fetal de las causas prevenibles.  Y ello es fácil explicar desde la concepción de que el embrión y el feto viven en una situación de íntimo y constante contacto. Una nave cósmica (la madre) lleva y traslada una cápsula espacial (el útero), que alberga un astronauta (el niño por nacer) que vive ese período de su fase acuática en un espacio abrigado, cálido, rodeado de líquido protector que le otorga una muy confortable ingravidez. Como un astronauta.

El trabajo de parto es la etapa trascendental que precisa asistencia idónea, sin sobre uso de tecnologías inapropiadas y condiciones especiales para que la madre y el bebé se sientan absolutamente cómodos porque son ellos (no los miembros del equipo de atención) los protagonistas estelares de ese momento. La liberación de substancias vinculadas a la generación y mantenimiento de las contracciones no se concreta en situaciones de estrés. De lo que se desprende que el acompañamiento y las manos entrelazadas con la pareja, el trato amable, cordial y cálido, mejoran la evolución del parto, aumentan la provisión de oxígeno al niño y disminuye el dolor. Estas conductas forman parte de lo que estamos considerando un parto respetado que debe serlo no sólo por cuestiones elementales de cortesía sino además, por el efecto beneficioso que se logra con su práctica.

La antropología nos ha enseñado que a causa de la posición erecta y del aumento de las dimensiones craneanas en la especies humana, las gestaciones son algo breves; de manera que cuando decimos que un recién nacido es a término, en verdad no lo es tanto, todavía es vulnerable. Por eso, el recién nacido necesita estar protegido y defendido de su debilidad de origen, esa especie de “pecado original”, y no quedar sometido a maniobras que perturben su compleja transición. El niño sano y normal, como lo es la gran mayoría, requiere sólo ser entregado a su madre cuanto antes, desechando enérgicas fricciones o, introducción implacable de sondas. En una inmensa mayoría, tampoco se requiere oxígeno; algunas prácticas útiles, como la antropometría, pueden ser postergadas por no ser urgentes.

Atenciones, no agresiones

El nacimiento de un niño sano y normal no es una tragedia, ni siquiera es un problema. Es una fiesta y en las fiestas no encajan la agresividad ni la rudeza, ni el vértigo insustancial. ¿Quién conoce un lugar más prefecto para alojar la cabeza de un recién nacido que el espacio deprimido, suave, acolchado y tibio  existe entre las mamas de las mamás? El niño normal y sano también necesita contactos. Somos animales de contacto y ellos lo precisan de manera inmediata y permanente con su madre.

Es justamente en ese momento cuando debería promocionarse una primera succión al pecho materno, trascendental para iniciar la cascada de acontecimientos que favorecen la producción de hormonas que contraen el útero, facilitan el alumbramiento, disminuyen las hemorragias y generan los sentimientos de apego bienestar. Ya que sabemos el efecto de una simple succión, sería mejor permitirla, no impedirla; promoverla, no escamotearla.
La madre, cada madre, todas las madres, cualquier madre tienen un mensaje incorporado en sus células que las induce fuertemente a proteger, abrigar, cuidar, alimentar a su hijo. Permitir y hasta promover que las madres tengan a sus hijos en brazos no es malcriarlos; darles  lo que necesitan no es malcriarlos. Sin embargo, es llamativo el empeño de muchos miembros del equipo de salud en impedir que madre y recién nacido se sientan bien.

Como dice acertadamente Vivian Camacho, una experimentada partera cochabambina, “los seres humanos nos merecemos nacer de un modo más dulce”.

Artemisa, la bella hermana de Apolo, virgen eterna, era la diosa de la caza y protectora de la fecundidad, los partos y los recién nacidos; las mujeres que serían madres le rogaban su ayuda y protección al parir y para sus hijos. Ellas y sus niños debían, además, ser acompañados y asistidos respetuosamente en esas instancias transcendentales. Tal vez nosotros ahora deberíamos convertirnos en modernas Artemisas para ayudar, acompañar y proteger a madres y recién nacidos en trances tan deliciosos y entrañables.

Hay mucho por hacer y mejorar en cuanto a lo que respecta a este tema, mientras tanto nuestra responsabilidad es informarnos, tomar consciencia y empoderarnos de nuestros cuerpos, ciclos, historias y embarazos. El Parto Respetado es un Derecho de todos, no un privilegio de algunos. Existen leyes que nos amparan ( Ley N° 25.929 sobre los derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento y la ley nacional N° 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia de Género).

ANA VOARINO

Doula, Preparadora Prenatal, Asesora en Lactancia Materna
Contacto: [email protected]

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