Luego de las guerras políticas y cuando se anunciaban públicamente días de paz y tranquilidad, comienzan a aparecer en los muros unos papeles que revelan secretos y vergüenzas, verdaderos y falsos de la gente del pueblo. Poco después cae un diluvio bíblico y el alcalde decide elegir una víctima propiciatoria. Pero nadie se oculta la verdad: los carteles son obra de todos y todos descubren sus propias culas.
Ese es el argumento de “La mala hora”, una novela de Gabriel García Márquez. Una historia que transcurre en un pequeño pueblo: oficialistas, oposición, fuerzas de seguridad, el cura, conspiradores, gente común… todos pendientes de los pasquines. Tiene un comienzo algo “lento”, pero luego se pone muy interesante
– Carajo -dijo el alcalde-. En este pueblo se sabe todo lo que hace todo el mundo, y ahora que necesito al juez nadie sabe dónde se mete-
– Pregúnteselo al de los pasquines – dijo Don Roque
– No me jodan con
los papelitos – dijo el alcalde
(…)
– Los pasquines no son la gente – sentenció.
– Pero sólo dicen lo que ya anda diciendo la gente – dijo Roberto Asís – : aunque uno lo sepa
– No todo lo que dicen es cierto –dijo.: aunque uno lo sepa
– Todo el mundo sabía que Rosario Montiel se acostaba con Pastor –dijo él-. Su última canción era para ella.
– Todo el mundo lo decía, pero nadie lo supo a ciencia cierta – repuso la viuda. En cambio, ahora se sabe que la canción era para Margot Ramírez
(…)
-Mucho cuidado, doctor, que no me quiero morir sin saber cómo termina esta novela
– Está bien – dijo el médico, mientras vertía la muestra en el pato. Luego escrutó a Don Sabas -: ¿Usted también está pendiente de eso?
– Yo no. Pero estoy gozando como un japonés con el susto de la gente
(…)
– En estado de sitio no es absolutamente indispensable – dijo el juez: pero, desde luego, la posición suya sería más limpia si interviniera un personero en el negocio, dada la casualidad de que usted es el dueño de los terrenos
(…)
– Lo he molestado –dijo el párroco yendo directamente a sus propósitos- para manifestarle mi preocupación por su indiferencia ante los pasquines.
– Es extraño padre, que también usted esté pendiente de eso
– No son los pasquines en sí mismos lo que preocupa. Lo que me preocupa es, digámoslo así, un cierto estado de injusticia que hay en todo eso
(…)
– ¿Qué es esto?
– Es para el juez – dijo el secretario -. Es la lista de las personas a quienes no les han puesto pasquines-
El alcalde buscó al Juez Arcadio con una muestra de perplejidad
¡Ah carajo” – exclamó -. De manera que también usted está pendiente de esta vaina
Macondo Libros. Yrigoyen 470
“La mala hora”, Gabriel García Márquez: $79
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