Emilio Monzó, ex Intendente de Carlos Tejedor y candidato a Diputado Nacional, continua brindando entrevistas en medios nacionales para quienes si tiene tiempo, pero no a medios locales para quienes hace más de 10 años que no otorga una entrevista (salvo una entrevista a Radio Municipal en 2016).
“Si volvieron fue porque nosotros no hicimos bien las cosas”, aseguró al diario La Nación.
A continuación la entrevista completa:
Emilio Monzó conoce la dinámica de la Cámara de Diputados como pocos –fue su presidente durante la gestión de Mauricio Macri- pero anticipa que, si es electo, regresará como “diputado raso”. Resulta difícil creerle: cultor de la “rosca política” –expresión que
acuñó al divorciarse del macrismo y su estilo cerrado de hacer política-, Monzó ya marca qué papel, a su juicio, debería ejercer Juntos por el Cambio si triunfa en las elecciones y debe convivir con un oficialismo debilitado.
Monzó es tajante: afirma que el papel de la oposición en el Congreso debería ser la de imponer límites al Gobierno cuando éste pretenda avasallar sus derechos y sus libertades, pero que sería un error que intente condicionarlo con su propia agenda, lo que exacerbaría la conflictividad y agravaría la crisis casi terminal que padece el país. Está convencido de que si Juntos por el Cambio no extrema sus posiciones y, por el contrario, decide ampliar su base de sustentación política con vistas a 2023 –tal como lo hizo cuando aceptó a Facundo Manes como candidato en estas elecciones- el kirchnerismo está condenado a desaparecer.
“Voy a ser audaz en lo que voy a decir: en esta elección comienza el final del kirchnerismo. Su política extrema y radicalizada debió haber terminado en 2015 y en 2017, y si volvieron fue porque nosotros no hicimos bien las cosas. Al kirchnerismo no le veo capacidad, no le veo creatividad, no lo veo consciente de lo que sucede en el mundo. Mira hacia el pasado, nunca hacia el futuro. Invariablemente en 2023 va a gobernar Juntos. Por eso tenemos que prepararnos para go-ber-nar”, asevera Monzó en diálogo con LA NACION.
-Si gana las elecciones, ¿qué papel debería ejercer la oposición frente a un gobierno debilitado?
-El primero que tiene que replantearse el rol es el propio Gobierno. El presidente no tendrá otra alternativa que intentar llegar a acuerdos con la oposición para obtener las herramientas que necesita para su gestión. Y la oposición debe tener también mucha prudencia y mesura porque está en juego la situación crítica del país, pero también tener una posición dura cuando se extremen las posiciones. El Congreso debe ser el garante de imponer límites al gobierno. La tendencia de los gobiernos débiles, como el que puede surgir en la Argentina, es el un populismo más extremo. Nosotros tenemos que ser un límite al jubileo populista.
-¿Debería acompañar las iniciativas del Gobierno, como el presupuesto y el acuerdo con el FMI, para garantizar la gobernabilidad o debería impulsar su propia agenda desde el Congreso?
-La agenda la marca el Poder Ejecutivo. Tendría consecuencias muy graves para un gobierno ya debilitado si la oposición desde el Congreso le maneja la agenda. A mi criterio, la oposición debe predisponerse al diálogo, no eludirlo, porque el país está en una situación muy crítica. Pero es el Gobierno el que va a tener que dar el primer paso porque va a quedar en minoría en el Congreso.
-Infiero entonces que usted no está de acuerdo con que Juntos por el Cambio, si accede a la primera minoría en Diputados, ocupe la presidencia.
-No comparto, porque el mandato que nos da la gente lo podemos expresar en las votaciones, en las discusiones y en los proyectos que presentemos en el Congreso. Yo fui presidente de la Cámara en 2015, teníamos poco más de 70 diputados y el Frente para la Victoria votó para que ocupemos ese cargo. Me parece, además, que no es necesario: podemos convocar a sesiones, a reuniones de comisión y cumplir nuestro papel de control al Gobierno sin necesidad de ocupar la presidencia de la Cámara.
-Ni Juntos por el Cambio ni el oficialismo tendrán mayoría el año próximo. Hoy la Cámara está paralizada. ¿No teme que esta situación se prolongue?
-A mí me preocupa más la parálisis del Poder Ejecutivo que la parálisis del Congreso. El Congreso va a funcionar bien si el Poder Ejecutivo funciona bien: para ello, el presidente debería convocar a un gran acuerdo nacional a la oposición. Está obligado a hacerlo si desea transitar lo mejor posible sus últimos dos años de mandato. De no hacerlo, vamos a continuar en esta lógica de confrontación permanente y la sociedad no resiste más tensión.
-Cristina Kirchner nunca se mostró demasiado entusiasta con la convocatoria a grandes acuerdos…
-Yo creo que el principal problema no es Cristina, sino Alberto Fernández. La sociedad emitió un voto castigo muy fuerte a un desgobierno, agravado por la enorme dificultad que significó la pandemia. La gente lo votó pensando que él le iba a imprimir a la gestión mesura y diálogo, y esto no ocurrió. Por eso el responsable de la derrota es Alberto Fernández y también Axel Kicillof en la provincia. Cristina Kirchner es una mujer difícil y no es afín al diálogo pero el responsable de esta situación es Fernández, y ella quedó como la principal perjudicada.
-El kirchnerismo tuvo derrotas anteriores (en 2009, 2013, 2015 y 2017) y, sin embargo, ha logrado reconstruirse y ganó en 2019. ¿Qué sucederá esta vez si pierden las elecciones?
-En 2019 no ganaron ellos; perdimos nosotros. El kirchnerismo volvió porque nosotros nos equivocamos. Esta elección tiene que servir mucho para la reflexión de nuestro espacio. El resultado electoral de esta elección tuvo que ver, primero y principal, por un gobierno pésimo en una situación crítica. El segundo punto, por el contraste del gobierno de la Ciudad con el nacional. Pero la razón principal por la cual nosotros obtuvimos esta cantidad de votos fue la competencia electoral: si en este espacio no hubiera habido PASO, el resultado habría sido distinto.
-¿Sin primarias hubieran sacado menos votos?
-Seguramente. Nosotros sin querer, porque no fue estrategia, tuvimos PASO en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe y esta competencia nos llevó a ganar. En Buenos Aires hubo un factor emergente, Facundo Manes, que decidió ingresar a la política y hubo un partido, la UCR, que lo abrigó en esa decisión. En 60 días sacó 40 puntos (en las primarias) e incrementó la base política de este espacio. La tercera vía que iba a presentar Florencio Randazzo, que medía 9 puntos, desapareció con la aparición de Manes. Y nuestro espacio se amplió. Moraleja: es evidente que tenemos que ampliar este espacio, que la diversidad es directamente proporcional al éxito.
-¿Hay que instrumentar las primarias en 2023, entonces?
-Las PASO llegaron para quedarse y para bien. Veo a un radicalismo fortalecido con dos o tres figuras, (Gerardo) Morales, (Alfredo) Cornejo, Manes, (Martín) Lousteau, que hoy están en condiciones de buscar la presidencia de la Nación en unas PASO. Y veo un Pro que tiene una figura muy preponderante. Pero lo bueno y lo mejor que tenemos respecto de 2015 es que contamos con varias alternativas. A la gente que agredió a Manes, que no quería que este espacio se ampliara, espero que le haya servido la experiencia de este resultado electoral para reflexionar. La amplitud es lo que nos va a llevar al éxito en 2023.
-Usted descuenta que Manes logrará retener los votos obtenidos en las PASO.
-No lo digo tan tajante. La historia política indica que no todo lo que contenés en una competencia lo retenés automáticamente cuando esa competencia no existe. Ahora, el gobierno nacional está haciendo todo, semana a semana, para que nosotros mantengamos nuestro caudal y creo que sí vamos a retener la mayor cantidad de los votos que obtuvimos en las PASO.
-El fenómeno de los libertarios, ¿no les perjudica?
-Es una expresión política que se está dando en todo el mundo fruto de la indignación de mucha gente. Es un fenómeno que creo esporádico y no creo que consoliden la suficiente confianza como para gobernar el país.
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