Por Juan José Prieto, Farmacéutico Nacional
El viernes 24, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el Ministro de Economía, Axel Kicillof, anunciaron públicamente el fin de la restricción para comprar dólares, en el mercado oficial, autorizando la adquisición de esta moneda para atesorar con el objetivo de evitar la depreciación del peso.
Con esta medida se intenta dar marcha atrás a las determinadas en octubre de 2011, y que han producido un gran descontento entre distintos sectores de la sociedad argentina, generando más problemas que soluciones a nuestro tesoro nacional.
En mi opinión, es una medida que denota que el Gobierno ha tomado conciencia deldescontrol cambiario que existe; sin embargo, desde el vamos es improvisada, por la sencilla razón que no se observa un plan estratégico e integral para trabajar sobre el cimiento de todos nuestros problemas: la inflación, y que permita el desarrollo de las economías regionales a través de la producción.
En lo que respecta a este último punto, puedo destacar lo que sucede en las zonas rurales bonaerenses, en donde el pequeño productor se desvanece; por citar un ejemplo preciso, lo que acontece con el sector tambero (los tambos pequeños están desapareciendo, solo han perdurado las grandes estructuras, y sabemos que los mismos han sido fundamentales en el desarrollo económico y social de los pueblos del interior; finalmente estos pequeños productores, y sus núcleos familiares completos, terminan engrosando las filas de las villas miserias de las grandes urbes).
Volviendo a la temática central, esto ha generado una gran sorpresa y expectativa en todos los sectores, dejando entrever que debemos ser cautos hasta que no sean anunciados las formas y modos del presente plan.
Las bases de esta liberación indican que quienes deseen adquirir dólares deben estar previamente autorizados tras la presentación de las correspondientes declaraciones juradas (demostrar estar en blanco); es decir, puede darse la ecuación “si la oferta es insuficiente frente a la demanda o a la avidez”, por el billete verde, hará que todo continúe igual, o que, peor aún, se profundice.
Por estos días, nadie se atreve a tomar decisiones, existe un fuerte aumento de la incertidumbre y paralización frente a lo desconocido, dando como resultado una disminución de la actividad económica. Por citar un ejemplo a pie de calle, si un comerciante realiza un pedido de mercadería a su proveedor habitual existe un alto índice de faltas, indicando esta cotidianidad que prima la cautela frente a lo que sucederá en la próxima semana.
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