Mirando a la comunidad europea, con los ojos abiertos de una argentina que regresa a su tierra

Por Celia Miran Curatella

No me digáis nunca que los estados de la Comunidad Europea no son discriminadores, porque, pienso que, aunque, como escritora argentina,  he sido distinguida por Alemania, debo escribiros que ella es un estado al que reconozco por una política de mayoritarismo económico y de un ángulo racial superior, de mirada soberbia en el que vi, y he vivenciado, pues la libertad subsiste a desmedro de los grupos neo-nazis…o con ellos aceptados aún por la juventud. Creo que se debe repensar

 mucho para hablar de una democracia en el orbe europeo. Y sí así escribo es porque, este estado de gobierno emanado de Grecia, solo parece existir en los países nórdicos ¿Se deberá quizás a su medio año de noche y los otros seis meses de día… sin contar el profundo alcoholismo y los grandes índices de suicidio?

Y en cuanto a España, donde he vivido casi dos años, ella sufre, atemorizada, la inmigración cada vez más afluente de África y los países de credo musulmán de cuya  cultura ningún elemento tradicional o ancestral es aceptado, como borrando todo pasado mozárabe, del cual el estigma arquitectónico y cultural nadie se atreve a soslayar. Ni siquiera si se entiende que la cuna del hombre fue el continente de los desiertos, la arenas, los oasis, las lanzas, los equinos oscuros, los tambores, los hombres de piel negra… y los hoy parques nacionales turísticos  Y porque no escribir de la raza árabe y su invasión intelectual más que guerrera porque ¿quién abjura de la Alhambra, el Albaicín, el Patio de los Naranjos, la Mezquita de Córdoba, los ojos morunos, la medicina de Averroes, los barrios de la judería, Abderramán III, la verba andalucí?.

Pero nada es más grave que saber acerca de las pateras ahítas de seres de ojos cargados de tristeza que naufragan en la búsqueda de un lugar para calmar el hambre de sus mujeres y niños. Los hombres de color que escapan de la rigidez de las ideas que sólo atentan contra sus habitantes son más que esclavos y los veréis, si tocan la tierra anhelada, deambulando por la calles de España, vendiendo relojes, DVD o artesanías forjadas con la sangre de sus hermanos que no pudieron llegar … Y me ocupa decirles que en aquellos enclaves de los que partieron y a los que arribaron, nadie es un hombre que merece el trato que la libertad del ser humano exige. Y no hablemos del temor que la Comunidad Europea siente ante la posibilidad de que Turquía forme parte de la CE… ¿Cómo nos explicamos este pánico? Pues con claridad meridiana, puesto que Turquía, mitad europea, mitad asiática es musulmana en su casi totalidad. Musulmanidad, es segregación en Europa. Decidida a aceptar la gruesa sangre de mezcladas nacionalidades que albergan en mi, me sigo preguntando que quiere decir « libertad de cultos», esa que nuestra constitución cobija y que pareciera que Europa, en silencio político, no acepta ¿Es entonces el Viejo continente Inquisitorial y los hombres de púrpura y el clero todo, banqueros del mundo ? Pues, sí. Quizás y aunque enmascarado, por su cuestionado presidente, esposo de una bella mujer transgresora, ( bien por ella !! ) la deportación de los rumanos fuera de Francia sea, también, un lamentable ejemplo de los cuestionamientos de una nueva guerra santa que se entrelaza con el cotilleo. Ser rumanos o gitanos, semántica despectiva, es una honorable política democrática? O es una nueva forma del miedo de un avance que conlleva la creencia? Y si hablo en más concreto de España diré que ella mira sus conveniencias desde un estado de crisis muy profunda, golpeada, nuevamente, hoy por una laberíntica y espiralada crisis dentro de la crisis, que lleva en su vórtice una situación de grandes ajustes, obreros parados que cobran del estado una miserable cuota de euros y delinquen para comer traficando con droga en chabolas abyectas, huelgas más graves que las por vosotros conocidas….y un enfoque político que sumerge a la monarquía corrupta en franco descenso de credibilidad. Zapatero aparece como un títere, una marioneta, mientras el rey aborda, semanalmente, un avión a Valencia, o a las cercanías de fincas amistosas y muelles, para tomar vino sin mesura y otras «yerbas» también, y luego se hace regresar a Madrid, los grises lunes de su nublado razonamiento en su avión real. ¿Es esto lo que llamamos Primer Mundo? Puede que estéis conmigo de acuerdo en la duda socrática y la respuesta retórica. Ambas sin respuesta que no incluya sentirnos mejores.

 

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