Lucia Battista: “Emilio Monzó, el amigo macrista del peronismo”

“El presidente de la Cámara de Diputados de la Nación salió la semana pasada en el prime time de la televisión. Habló sobre el tarifazo y la situación actual que atraviesa el peronismo”, se lee en un artículo de La Izquierda Diario, cuya autora es la tejedorense Lucia Battista, quien actualmente se desempeña como Consejera Directiva Mayoría Estudiantil en la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA

A continuación el artículo completo:

 

La aparición de Monzó como vocero del macrismo no es algo a lo que éste nos tenga acostumbrados. Pero el diputado nacional y presidente de la cámara baja, se hizo presente en el piso de Intratables la semana pasada, “poniéndole el

pecho a las balas”, como quien dice. Con un tono diferenciado al que nos tienen acostumbrados sus colegas macristas, ahorrándose metáforas absurdas y evitando furcios que desacrediten credibilidad y verosimilitud a sus dichos, Monzó supo hacerse cargo y sostener las políticas ajustadoras que vienen aplicando desde el gobierno. Entre ellas, la discusión giró en torno al tarifazo que venimos sufriendo desde principio de año y como novedad, a raíz del fallo de la Sala II de la Cámara Federal de La Plata a través del cual el partido judicial, pretende meter la cola. Fiel a su estilo sobrio, se desenvolvió como lo que es, un “cuadro” del Partido Justicialista.

 

Precisamente haciendo referencia a este punto, fue donde la discusión se volvió más interesante y el diputado macrista expuso sus lecturas sobre la situación actual del peronismo: particularmente sobre el reacomodamiento del Partido Justicialista y la vitalidad o no a la que puede aspirar el kirchnerismo “puro”. No sin dejar de hacer lobby para ambos lados, claro. Ya que, no debemos olvidar que fue él mismo uno de los principales voceros en la negociación con ese espacio político dentro de la Cámara de Diputados a la hora de la entrega buitre y quien se encarga, vía relaciones de primera mano, de mantener el “canal de diálogo” -y colaboración, por supuesto- abierto entre macristas y peronistas.

«El peronismo es el partido más solidario para gobernar»
Así Sentenciaba Monzó hace nada más que cinco meses, cuando estuvo de invitado en el mismo programa. Situación que evidentemente no sé dejó de confirmar en los vaivenes de la política nacional: yendo desde la “solidaridad” explícita de los senadores nacionales que responden a los gobernadores, vía Miguel Ángel Pichetto; pasando por los “traidores” de Bossio y Urtubey; sin olvidarnos a Bertone en Tierra del Fuego y Alicia Kirchner en Santa Cruz; y teniendo como expresiones más actuales a la fuga -anunciadísima- de los diputados del Evita del bloque nacional, hasta la aparición pública de CFK en la entrevista con Navarro en C5N, donde poco más faltó que le exigiera tal o cual cosa a Macri. Es decir, nada de oposición consecuente la del peronismo fuera del poder sino más bien, colaboracionismo exacerbado, o “solidaridad en la gobernabilidad” como le llama y vaticinó Monzó. Y si a lo personal y lo político nos referimos, fue gracias a los votos de todo el bloque del FpV -por ese sentidos aún sin divisiones- que Monzó accedió a la presidencia de la cámara baja.

Pero, ¿por qué Monzó?

Es una buena pregunta para hacerse después de ésta, su última aparición mediática, de las pocas que ha tenido, por cierto. Es que Emilio Monzó no es cualquier macrista. De hecho en la entrevista de enero de este año -que más arriba citamos- él mismo dice que es un actual afiliado del Partido Justicialista y da cuenta de su “autoridad” para referirse a los reacomodamientos internos que comenzaron a sufrir una vez en la oposición, al mencionar que él mismo los conoce desde adentro. Y así es, pues Monzó se fue del Frente para la Victoria en el año 2008, durante el conflicto de las patronales agrarias con el gobierno, en ese momento en manos de CFK. Por aquel entonces era Ministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, gobernada por Daniel Scioli, quien en ese momento fue el encargado de comunicarle el pedido explícito de Néstor Kirchner de su renuncia, luego de que Monzó siendo parte del gobierno “jugara” abiertamente para las patronales rurales. Fue luego de esto en el año 2011, cuando se pasó a las filas del macrismo, o de lo que en su momento era el PRO, siendo durante el segundo mandato de Macri, Ministro de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, cargo que, podría decirse, “se creó especialmente para él”, ya que previo a que Monzó la ocupara, esa cartera no existía. Luego fue candidato a Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires, y de ahí en más, la historia es conocida, Macri lo nombró Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación: allí donde es clave tener un personaje con fuerte influencia -o salido de las mismísimas entrañas del peronismo, dicho de otro modo- para disputar los votos de la primera minoría que encarna el bloque del FpV.

Pero su extracción de raigambre peronista no son todas buenas nuevas las que le trae al macrismo. Siendo un personaje crucial en el “equipo” del presidente -y sin ir más lejos uno de sus jefes de campaña del año pasado, aquel que logró, vía Reutemann cerrar el acuerdo con la UCR luego de la Convención de Gualeguaychú- también lleva adelante una disputa al interior de la coalición gobernante. Una de sus principales adversarias, por cierto, es la Presidenta de la Cámara de Senadores de la Nación, Gabriela Michetti, una macrista ”pura” -si se nos permite ese término- de la primera hora. Es decir, diputados versus senadores. Del cual, uno de sus últimos rounds fue la discusión alrededor del festejo en Tucumán del miércoles 6 de julio por el Bicentenario, donde Michetti quería un acto sobrio y con una lectura de un documento unificado de todos los legisladores, mientras que Monzó pretendía que hubiera “oradores por fuerza política”. Coronándose este último ganador de la pulseada, con su método -hay que decirlo- algo más “tradicional”. Cabe destacar, que esta interna dentro de Cambiemos no es novedosa, ya que Monzó se distingue dentro del staff macrista también de las alas duranbarbistas que privilegian el mainstream de la política, por sobre los “acuerdos de gobernabilidad” o “en territorio”, lo que le valió ganarse el apodo de “el conciliador”.

Un poco de historia
Ahora bien, también hay que decirlo, Emilio Monzó comenzó a los 19 años, como muchos actuales referentes de distintos espacios políticos, militando en la juventud liberalista de la UCeDé de Alsogaray en los años 80 y 90. Entre ellos se destacan, Diego Bossio, Sergio Massa -que llegó a ser presidente de la agrupación- y Amado Boudou.

Íntimo de muchos funcionarios de distintos espacios, incluso antes de que lo fueran, como Diego Santilli, Fernando Niembro, el mismo Mauricio Macri a quien frecuenta desde mucho antes de formar parte de su espacio político y hasta Florencio Randazzo, otro de los intendentes importantes de la Cuarta Sección de la PBA durante los gobiernos kirchneristas. Con quien, Monzó mantiene una relación de íntima amistad y es a través de quien ha mantenido sus lazos más fuertes de “diálogo” y cercanía con el peronismo. Sin ir más lejos, en la misma entrevista antes citada, lo menciona como uno de los pocos, por no decir el único, ministro del gobierno anterior que les cedió un mes antes poder acceder al conocimiento del “estado de situación” en que se encontraba el Ministerio del Interior, a la hora de comenzar su gestión.
Pero volviendo a los orígenes, Monzó corrió la misma suerte que la UCeDé, es decir, también fue parte cuando esta fue asimilada por el PJ menemista durante los 90, siendo concejal desde el año 1997 y candidato en 1999 a intendente de la localidad de Carlos Tejedor, pueblo de la Cuarta Sección Electoral de la Provincia de Buenos Aires, del que es oriundo. Allí, como la mayoría de los menemistas y duhaldistas, habiendo devenido kirchnerista, asume la intendencia desde el año 2003 hasta el año 2007, para luego ser elegido Diputado Provincial, siempre dentro del FpV. En síntesis, un miembro desde siempre de la casta tradicional de “políticos profesionales”.

Lobby macrista en el PJ
Algunos ya comenzaron la carrera hacia 2017. En el campo de la oposición, esto es evidente desde el momento mismo en que Macri asumió como presidente. Aunque hasta el momento no haya un escenario claro de disposición de candidatos, todos y cada uno sea en el Frente Renovador o en el Frente para la Victoria, en el marco de “las disputas internas por la conducción del movimiento”, se están reacomodando. Ninguno da un paso en falso. Cada mínimo gesto tiene más de un significado, funcione como guiño hacia el macrismo o hacia el interior del PJ.

En ambos casos, nexo directo hacia el interior del gobierno actual, es Emilio Monzó, aquel que ya por enero de este año en dicha entrevista, alertaba sobre la división interna dentro del FpV que vemos convidarnos casi a diario de nuevos episodios. Dentro de este espacio en la oposición, o para ser más precisos, fuera del gobierno nacional, hay quienes estiman que el período de CFK ya ha concluido dentro del peronismo, y con ella el kirchnerismo como tal, ubicándola más allá de todo como la “responsable de la derrota”, y así borrando de plano una posible candidatura hacia las próximas legislativas. Estos mismos, los llamados “del territorio”, apuestan fuerte a una unificación dentro del propio Partido Justicialista, en tanto peronistas “puros” y sacándose de encima, de una vez por todas, al lastre del kirchnerismo.

Otras voces, no descartan que la fórmula “peronismo puro” pueda incluir a Sergio Massa, y en ese sentido es toda una insinuación la entrevista que le hizo Navarro -el nuevo vocero mediático del kirchnerismo fuera del gobierno- en C5N la semana pasada, algunos días después de la comunicación con CFK. Lo único claro hasta el momento y que viene surtiendo valiosos efectos hacia el interior del oficialismo -y hay que ver en qué grado dentro del propio Frente para la Victoria-, es la cuña que ha metido y seguirá metiendo el macrismo en ese terreno pantanoso de arenas movedizas e inestabilidad permanente que es la oposición peronista, vía, entre otros integrantes de la CEOcracia -del todavía peronista-, Emilio Monzó, su caballito de batalla, o como se lo conoce en la jerga “el armador”.

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