La Nación publica una extensa entrevista a Emilio Monzó

«Pro tiene algo de La Cámpora porque es joven y apasionado», es el título de la noticia que publica el matutino “La Nación”. La frase corresponde a Emilio Monzó, está publicada en el suplento “Enfoques” del diario, donde está la extensa entrevista al ex Intendente de Carlos Tejedor que a continuación reproducimos:

Digno de Ripley: hay un macrista que elogia a Amado Boudou, a La Cámpora y a los intendentes bonaerenses del PJ, que confiesa que le gustaría imitar «el pragmatismo», «la construcción del relato» y «la

muy buena comunicación» del kirchnerismo, y que destaca que «los dirigentes políticos que han querido llegar al poder para transformar la realidad no han tenido otro camino que ir a esa escuela que es el peronismo».

Ese macrista se llama Emilio Monzó y es, en realidad, el dirigente que proviene del peronismo, con un ADN amasado en la Ucedé, que se apresta a asumir en pocos días como ministro de Gobierno de Mauricio Macri con una clara misión: trabajar para que el jefe de gobierno porteño se convierta en presidente de la Nación en las elecciones nacionales de 2015.

Oficialmente, Monzó será el ministro político en el nuevo esquema de poder diseñado por el ex presidente de Boca y se dedicará a temas como la reforma del código electoral porteño y la integración entre la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, pero el telón de fondo de su tarea será construir una alianza electoral capaz de derrotar al kirchnerismo. Para eso, no descarta la tarea de captación hasta de figuras del mundo K, de la UCR o incluso del sindicalismo peronista, aunque advierte a Enfoques: «No queremos hacer un frente como producto del espanto de los últimos meses previos a una contienda electoral».

Este vecino del barrio de Recoleta es abogado, tiene 46 años, está casado, es padre de cuatro hijos y exhibe una carrera política que incluye una militancia juvenil en la Ucedé (en cuyas filas fue asesor del diputado Francisco Durañona y Vedia y compañero de Sergio Massa y de Ricardo Echegaray), la conversión al peronismo en los años de Carlos Menem, un triunfo electoral que le permitió ser intendente de Carlos Tejedor y una más reciente condición de víctima política de la Casa Rosada luego de que Néstor Kirchner le ordenó al gobernador Daniel Scioli que lo echara de su gabinete (era ministro de Asuntos Agrarios) por el pecado de haber mantenido una buena relación con los dirigentes ruralistas en pleno conflicto con el campo.

En 2010, luego de un breve paso por la agrupación de Francisco de Narváez, se unió a las filas de Mauricio Macri gracias a un amigo en común (el periodista Fernando Niembro), aunque ya se conocían por haberse cruzado en algunos partidos de fútbol organizados por Alejandro Gravier y durante los veraneos en Punta del Este.

Monzó, que participó el miércoles pasado de su última sesión como diputado provincial, desmintió que exista un pacto entre la Casa Rosada y el macrismo, como muchos sospechan a partir de los gestos de buena voluntad en temas ríspidos como el presupuesto nacional, el traspaso del subte y la designación de un juez federal. «Macri está proponiendo lo que tendría que ser normal: quiere tener una buena relación desde el punto de vista institucional porque es lo que corresponde», afirma este dirigente, que también advierte: «Vemos pactos cuando lo que están haciendo es manejarse con responsabilidad de Estado».

-Usted va a asumir como ministro de Gobierno, un cargo que hasta ahora no existía, pero todos saben que lo que va a hacer es tratar de que Macri sea presidente de la Nación.

-La primera responsabilidad que tengo son las gestiones vinculadas justamente con esa cartera, como tener en la Capital Federal un código electoral para ver si podemos instrumentar la boleta única para la próxima elección e integrar el conurbano para evitar los inconvenientes que se producen hoy con el transporte, la educación, la salud, la basura. Pero la pregunta tuya tiene que ver con mi función por fuera del ministerio: voy a trabajar para que Mauricio Macri sea Presidente en 2015. Esa tarea la comencé el año pasado y ya estamos trabajando en diferentes provincias con un armado en función de esta candidatura.

-Esta semana usted se reunió con el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, un peronista disidente. ¿Este tipo de alianzas son las que privilegiará?

-Para poder llegar a un frente hay que construir relaciones humanas basadas en objetivos comunes y en confianza mutua. No queremos hacer un frente como producto del espanto de los últimos meses previos a una contienda electoral. La experiencia de esta última elección en ese rubro no tuvo un buen resultado. Así como Cariglino, hay muchos intendentes también que pertenecen a otros partidos y que ya demostraron legitimidad territorial, buena gestión y que aspiran a ocupar una instancia superior a la municipal.

-¿Se proponen captar kirchneristas?

-El común denominador tiene que ver con lo generacional, con la dirigencia que surgió a partir del regreso a la democracia y que es más tolerante con el adversario. Pero también se ve una evolución en el kirchnerismo, en donde hay actores que se vislumbran cuasi diferentes al estilo de ese sector. Cuando uno imagina quién puede ser candidato del peronismo en 2015 aparecen figuras como Urtubey, Massa, Boudou, que tienen esta característica: son menos confrontativos.

-Muchos no compartirían esta caracterización de Boudou. Quizá pese el hecho de que, como usted, fue militante liberal…

-No tengo diálogo con él, tengo una relación de conocimiento de hace mucho tiempo. No me parece una persona intolerante en la conversación. Quizá su función le exige todavía alguna conducta más ortodoxa en algunos temas, pero lo involucraría dentro de la generación de la democracia, de la tolerancia, del comprender al otro, y tomar al adversario político como tal y no como un enemigo. Yo lo separo en ese sentido.

-¿El gran objetivo es que a Macri lo termine apoyando todo el peronismo disidente? ¿La idea es peronizar el macrismo?

-No, y tampoco se trata del peronismo disidente. El otro día estaba mirando unas encuestas en las que el peronismo sólo tiene un 10% de fidelidad electoral, y es el que tiene el mayor porcentaje. Este es un electorado distinto, en el que la gente es mucho más pragmática, está votando cada vez menos por sentimientos y cada vez más con la razón. Aunque es cierto que el peronismo ha sido la mejor escuela de gobierno. Los dirigentes que han querido llegar al poder para transformar la realidad no han tenido otro camino que ir a esa escuela que es el peronismo. Hoy tiene los mejores cuadros políticos a nivel nacional.

-Sólo elogia a los peronistas…

-¿Qué nos interesa en el armado electoral? No el partido político, sino el dirigente que ha demostrado en su territorio tener prestigio, mejor imagen, capacidad de ser buen administrador. Pero también hay muchos que son del radicalismo como Mario Meoni en Junín, Gustavo Posse en San Isidro, «Pechi» Quiroga en Neuquén, Cornejo en Mendoza. Con ellos nos unen los valores, lo que pensamos sobre las instituciones, la República, la democracia, la tolerancia.

-¿En ese esquema entran intendentes del PJ como Hugo Curto, por ejemplo?

-Vamos a priorizar a dirigentes que hayan probado en su territorio legitimidad territorial. Curto me merece todo el respeto, ha sido reelegido varias veces y es un excelente intendente para Tres de Febrero. Seguramente no va a jugar políticamente con nosotros, pero, a diferencia de otros dirigentes, tengo la mejor consideración de él, como otros intendentes del conurbano.

-¿Tampoco excluye de ese armado tan amplio a Hugo Moyano? Porque les será difícil llegar a la Presidencia sin contar con el apoyo del sindicalismo…

-No se puede armar un proyecto político nacional sin estos sectores involucrados. Por lo tanto, tenemos que trabajar, y mucho, con el sector sindical. No sé si es Moyano porque va a correr la suerte del kirchnerismo y ha sido una persona que acompaña el proyecto de poder vigente. Pero no descarto hacer un acuerdo con el sindicalismo en la Argentina. Son ellos, los gremialistas, los que van a decidir quién es el interlocutor.

-El kirchnerismo ha sido electoralmente exitoso. ¿Qué cosas cree que deberían imitar ustedes para tratar de ser exitosos?

-Primero, el pragmatismo. Poder tener desde Boudou hasta Pérsico, Menem o Soria, en Río Negro, indica que sigue siendo un partido pragmático, rápido, inteligente, flexible y rotundo. El relato es otro tema para imitar. Acá hay que encontrar un relato o el modelo, como bien ha implantado el gobierno nacional, que quizá no tiene mucho que ver con lo que se hace realmente, pero sí tiene con lo que se comunica y tiene resultado electoral. Hoy, acá y en cualquier país del mundo, la gente es muy superficial a la hora de atender la comunicación y lo que hace principalmente es entretenerse en vez de informarse. Ellos han tenido una muy buena comunicación de la cual tenemos que aprender, aunque en Pro suele ser hasta superior a la del gobierno nacional. Además, esta amplitud que estoy buscando tiene que hacerse carne en Pro y en Macri porque ellos la tienen para incorporar dirigentes. Si observan un intendente que está legitimado y que tiene apoyo en su territorio, van a hacer lo posible y lo imposible para seducirlo.

-Casi está buscando que el macrismo se transforme en un nuevo kirchnerismo…

-No es un nuevo peronismo… Tenemos la posibilidad del recambio generacional y ellos tienen lazos que les generan dificultades para poder lograrla dentro del propio partido. Veo serias dificultades para un Urtubey o un Massa en 2015, pero son figuras que para entonces tendrían que estar en las conducciones provinciales y nacionales. Nosotros estamos liberados de eso.

-Después de las elecciones de octubre, hay hechos que abrieron la sospecha de una negociación entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri, como el apoyo macrista al dictamen del presupuesto nacional, la negociación por el traspaso del subte y el acuerdo con el kirchnerismo para designar jueces federales. ¿Es cierto? ¿Hay un pacto?

-Lo que más le conviene a un jefe de gobierno es generar soluciones a quienes representa. Macri está proponiendo lo que tendría que ser ordinario: tener una buena relación institucional porque es lo que corresponde. Desde el punto de vista político, va a seguir siendo un adversario, pero hoy la responsabilidad como hombre de Estado está por encima de todo. No hay ningún pacto. Quienes somos adversarios de este estilo de confrontación que implementó el gobierno nacional, e incluyo a los medios de comunicación, ante cualquier tipo de relación distinta a la inculcada reaccionamos de una manera violenta: vemos pactos cuando lo que están haciendo es manejarse con responsabilidad de Estado.

-También debe de ser difícil oponerse al kirchnerismo cuando, como marcan varias encuestas, un porcentaje interesante del electorado que había votado a Macri eligió a Cristina Kirchner en los últimos comicios. ¿Ese dato les cambia la estrategia política?

-Sí, hay que tener en cuenta el electorado y aggiornarse un poco a esa demanda electoral. Es difícil, pero ahí le dejo la labor a Durán Barba y a los expertos en el tema comunicacional…

-¿Pero este tema no es más político que comunicacional?

-Sí, pero también tiene que ver con cómo uno interpreta lo que la gente está percibiendo y transforma eso en comunicación.

-Usted es otro rehén de Durán Barba…

-No, cada uno en sus funciones. Durán Barba no tiene conocimiento de un armado político del país, pero sí sabe interpretar la percepción de la gente y transformarlo en una comunicación. Y hoy, en todo sentido, se pierde romanticismo en las cosas que hacemos. A mí me gustaría conservar el instinto político que teníamos de ir a ver a 50 tipos por día y que nos llevaba a decir «el país va para acá» o «la gente opina esto». Eso se terminó. Hoy, una encuestadora tiene un universo mucho más amplio de lo que puede opinar la gente, aun de la que tiene trato conmigo. Además, estudia cómo transformar la sensación que tiene la gente en una buena comunicación del elector. El planteo actual en Estados Unidos, con la moda de los licenciados en neurociencias, es hasta qué punto uno está manipulando o se dejar manipular por el electorado y no actúa como hombre de Estado. Es un debate más profundo, pero lo que se maneja en el mundo del mercado en cuanto a la incitación a la demanda para el consumo de producto, mucho se ha trasladado también a todos los otros rubros, incluida la política.

-Es así, pero es terrible pensar que la política es tomada como un mero producto.

-En Estados Unidos y en Europa todos los partidos que están a la altura de las circunstancias le tienen que dar importancia a esto porque la gente consume la televisión y prefiere entretenerse antes que informarse. En otra época tenían que ir a ver al orador a una plaza o leer un libro; hoy consumen imágenes. Si un político no se adecua a esta realidad seguramente va a quedar afuera, por mejores intenciones que tenga. Yo lo veía a Alfonsín gritando, en su último spot de campaña, y me imaginaba una familia mientras lo escuchaba: ¿cuánto puede durar el zapping? ¿Tuvo un asesor de comunicación? El es un político acostumbrado a eso, pero nadie le dijo: «Bajá la voz porque los que van a mirar esto no quieren que les grites, están en un living de su casa». Ahora, ¿qué hacemos con esto? ¿No le damos bolilla? Tiene que haber un mix entre lo que uno piensa como hombre de Estado y la comunicación que la gente espera que uno transfiera.

-Me llamaron la atención unas declaraciones que hizo a perfil.com en las que elogiaba a La Cámpora. Para muchos políticos es la encarnación del demonio…

-Es que yo no la considero como tal.

-¿En Aerolíneas Argentinas están desempeñando un buen papel?

-Con La Cámpora se apuraron en las responsabilidades de gestión. A lo mejor necesitaban una experiencia previa para poder asumirla. Yo no coincido con lo que ellos piensan para el país, pero creo que son militantes auténticos, con visiones de futuro auténticas. Yo los hubiera cuidado un poco más. Haber asumido sin escalones previos responsabilidades muy importantes de gestión a nivel nacional es un error que lo pueden pagar caro. Y hay una falta de responsabilidad de quienes conducen. Ahora, La Cámpora, en la esencia, cómo nace, cómo milita, me merece el respeto.

-¿El macrismo debería tener una expresión juvenil de esas características?

-En el macrismo está eso, hoy existe. Pro no tiene nada que ver con lo que fue la Ucedé y tiene algo de La Cámpora también. En cómo milita, en cómo lo vive? Porque es joven y La Cámpora es joven, muy apasionada. Aunque los cánticos son agresivos, violentos, y en Pro los chicos son mucho más tolerantes. Eso es una diferencia.

-En su gestión para buscar aliados que se sumen al proyecto «Macri presidente», ¿usted tendrá un perfil público elevado o prefiere trabajar en las sombras?

-Si es por mí, el mínimo perfil alto.

-Como Enrique «Coti» Nosiglia, por poner un ejemplo de un armador político?

-Sí, una cosa así. Prefiero ese estilo.

Mano a mano

Es de esos peronistas del siglo XXI, a los que cuesta imaginar cantando la marchita, rodeados de bombos y lagrimeando cuando el almanaque marca el 17 de octubre. Pero Emilio Monzó tampoco tiene la impronta de esos gerentes de la política, desapasionados y más atentos al marketing que a la gente. Su paso por la Ucedé le aportó, seguramente, esa moderación que tampoco equivale a frialdad ni incapacidad de definirse. De por sí, fue uno de los pocos dirigentes del peronismo que durante el conflicto con el campo se animaron a discrepar públicamente con Néstor Kirchner. Así le fue. Pero así también comenzó su segunda vida política, que ahora lo encuentra tratando de darle vida al proyecto presidencial de Macri. Me resultó raro que elogiara a Boudou o a La Cámpora, aunque sí es razonable que lo haga con los intendentes, a los cuales deberá intentar seducir. Lo que más me gustó de él es que no parece de esos personajes que entregarían hasta su familia por la política. Cuando le pregunté si aspira a ser gobernador, lo negó y argumentó en favor de decisiones «que tienen que ver con la felicidad». Hace décadas que no escucho a un político mencionar esa palabra. ¿Será casual?.

 

 

 

 

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