La cesárea epidémica: ¿Sabemos sus riesgos?

Por Ana Boarino, Doula, preparadora prenatal  y asesora en lactancia materna

Hoy en día nacer por cesárea es moneda corriente, lo más común y lo menos cuestionado. Esto sucede en un escenario donde se conjugan variables más o menos similares en comparación una con otra: mamá desinformada, comodidad y posibilidad de hacer unos cuantos pesos extras por parte del equipo médico, naturalización de partos intervenidos y normalizar la experiencia por parte de la sociedad en su conjunto. De esta manera los partos naturales –fisiológicos y sin intervención- no tienen lugar en las instituciones de salud, los partos vaginales –con intervención- terminan siendo traumáticos por la cantidad de rutinas obstétricas utilizadas que violentan el acto sexual de parir y quien va acomodándose en primera plana es la invitada infaltable de la fiesta: la cesárea.

Aunque la Organización Mundial de la Salud manifieste ya

desde 1985, que no existe justificación alguna para que las tasas de cesáreas sean mayores de 10-15% -independientemente de la región geográfica-, esta declaración dista ampliamente de la realidad; siendo los países latinoamericanos los más comprometidos en cuanto a ésta práctica quirúrgica riesgosa. Por citar algunos ejemplos tenemos a Chile con una tasa de cesáreas que va desde el 23 al 35%, Puerto Rico con un 38%, Colombia con 58%, México con 52%, Brasil de un 50 a un 70% y Argentina no se queda atrás teniendo una tasa de cesáreas que va desde 35 a 45% (la diferencia entre los datos de un mismo país se debe a si fueron realizadas en hospitales públicos correspondiéndoles el índice menor o si fueron realizadas en instituciones privadas correspondiéndoles el índice mayor). Pongámosle números concretos: de 100 mujeres que van a parir, 45 van a cesárea de las cuales 35 son cesáreas innecesarias. ¿Alarmante no?

Muchas de las mismas terminan concretándose por inducciones fallidas (administración de oxitocina artificial, rotura artificial de membranas, administración de prostaglandinas) –más del 50%- y si a esto se sumamos que según la OMS «ninguna región geográfica debe tener un índice de partos inducidos mayor al 10%”  y que en la realidad son más del 90% los partos institucionalizados inducidos, los números se van agrandando y la situación pasa a ser catastrófica…

Esto nos da la pauta que la evolución de las tasas de cesáreas muestra una peligrosa tendencia de sustitución de los procesos naturales por una medicina tecnológica mecanizada, a la que no le interesa y desconoce la fisiología normal, haciendo de la medicina un negocio y lejos de solucionar lo que en primera instancia vino a cumplir -a salvar vidas-  se instala para reemplazar innecesariamente el parto vaginal. Hoy tenemos cesáreas rutinarias, programadas, sistemáticas que le quitan al nacimiento su naturaleza misma: su función primitiva e instintiva de expulsar y separar progresivamente y a su ritmo fisiológico, al bebé del vientre de su mamá a través de un canal de parto que les permite, con esfuerzo compartido, puedan liberarse uno del otro, madurando tanto el cuerpo biológico como psíquico de los dos, ya que esto significa un duelo para ambos y un nuevo renacer.

¿Sabemos de qué se trata una cesárea y que consecuencias/ secuelas deja?

Según el manifiesto de la RELACAHUPAN (“Red Latinoamericana y del Caribe por la Humanización del Parto y el Nacimiento”),  la cesárea es una operación que implica un acto quirúrgico de cirugía mayor; debiendo ser reservada sólo para serias complicaciones que podrían estar ocurriéndole a la madre ó al bebé.

Es importante saber que una cesárea conlleva más riesgos y complicaciones que un parto vaginal. Puede provocar una lesión a la vejiga, útero y vasos sanguíneos (2%), hemorragia (de 1 a 6 mujeres requieren transfusión sanguínea), accidentes anestésicos, coágulos en miembros inferiores(6-20 por mil), embolismo pulmonar(1-2 por mil), intestino paralizado(20 % ligero, 1% severo) y lesiones en el bebé por bisturí (en dedos, orejas, ojos, cabeza, entre otros). A su vez existen mayores posibilidades de infección, problemas respiratorios en el bebé al nacer antes de tiempo ó de la fecha probable de parto, dificultad en el vínculo mamá-bebé impidiendo el apego y el amamantamiento, un post parto y recuperación más dolorosa y prolongada, mayor pérdida de sangre y aumenta la posibilidad de depresión posparto.

Hay que tener bien claro cuáles son las indicaciones correctas de cesáreas y cuales son falsas, para poder llegar al nacimiento que deseamos acompañadas de un equipo médico que nos contenga, respalde y acompañe en nuestras elecciones.

Las indicaciones correctas de cesárea  son: bebés intraútero con su salud muy comprometida (que no están en condiciones de atravesar un trabajo de parto), necesidad de finalizar el embarazo por enfermedad materna como por ejemplo diabetes o hipertensión cuando la inducción «bien realizada» no fue exitosa, placenta previa oclusiva total, desprendimiento de placenta normo inserta, eclampsia, prolapso de cordón, bebés atravesados en el útero que no se ubican de cabeza y/o por ejemplo tumores que obstaculizan el paso del bebé.
Los motivos relativos de cesárea pueden deberse a pelvis «realmente estrecha», sufrimiento fetal, infección por herpes vaginal, infección por HIV (depende del recuento/cantidad de linfocitos).

Resulta que las cesáreas  que más frecuentemente se realizan son las innecesarias y debemos aprender a diferenciarlas de las necesarias. Las falsas indicaciones de cesáreas pueden ser: bebé grande sin intentar un trabajo de parto previamente (hay mamás que paren vaginalmente a niños de 5 kg. y sin desgarros), bolsa rota de muchos días sin intentar una «buena» inducción, evitar el daño del suelo pélvico (periné), bebé de cola o sentado (se puede parir vaginalmente un bebé de nalgas), cesáreas anteriores, mellizos, cuando el cordón umbilical está enroscado en el cuerpo del bebé, bebés concebidos por fertilización o inseminación asistida, la edad de la madre (muy joven o mayor a 35 años), falla de inducción (inducción de menos de 12 horas de duración) *, falta de dilatación *, falta de descenso del bebé en el canal de parto *. (*Estos tres falsos motivos de cesárea comparten un denominador común que es el poco tiempo que los profesionales esperan para que estos procesos se completen. Si a las mujeres y los bebés se les da el espacio y el tiempo necesario y que cada uno necesita, la estadística indica que las mujeres dilatan y los niños atraviesan el canal de parto salvo contadas excepciones que ronda aproximadamente el 1,5 %).

Para finalizar quiero hacer un llamado a la reflexión a todas las mujeres que atraviesan su embarazo de forma normal y sin complicaciones: programar o someterse a una cesárea no es una decisión menor, ello repercutirá en muchos aspectos a corto y largo plazo tanto en la mamá, el bebé y los vínculos familiares, si la misma pudo ser evitada. Atravesar un trabajo de parto de forma espontánea y un parto natural –sin inducciones, peridural, episiotomía, etc.- es el mejor regalo que nos podemos hacer para crecer y madurar nuestro instinto materno. También es la merecida llegada que tienen nuestros hijos después de toda la labor que vienen haciendo allí dentro de nosotras durante nueve meses: no le quitemos el derecho a nacer de forma natural, ellos lo saben hacer y nosotras sabemos parir. Ello nos acercará de forma más fluida al vínculo amoroso con nuestros bebés, a una lactancia exitosa y a un poder femenino que nos marcará el resto de nuestras vidas. Debemos informarnos para luego decidir libremente cómo, cuándo, dónde y con quien parir.
Fb: Doula Ana Voarino

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