Por la Juventud Radical
Memorables y admirables muchachitos de unos pocos años, partieron para viajar muy lejos, a «defender lo nuestro», según decía aquel nefasto Presidente.
En diferentes partes del mundo, aún la gente se pregunta y debate, acerca de la real nacionalidad de las islas Malvinas. Posiblemente, ninguno de ellos conoce las caras aniñadas de aquellos precoces combatientes Argentinos.
Podríamos asegurar, que no
han oído los lamentos de sus afligidas y desesperadas madres, que durante meses esperaron noticias de esos hijos, a los que no habían criado para inmolarse en una muerte segura.
Durante setenta y cuatro días, el país creyó que estábamos en camino firme a recuperar las Islas.
Todas las guerras son insólitas, injustas y desmedidas, pero cuando los caídos son hijos de nuestra tierra, debemos asumir la eterna y angustiosa responsabilidad de no olvidar.
Que Dios bendiga a los que quedaron allí, y a los que volvieron con la penosa misión de tener que seguir adelante. Ojalá, podemos ser un pueblo justo, comprensivo y valiente, para rendirles el verdadero y merecido homenaje.
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