Por Zulma Gladys Álvarez de Borrego
El primero de noviembre se fue el Dr. Luis Alberto Molinari. Simplemente Luis Alberto para todos.
No cabe que enumere sus condiciones personales y profesionales, harto sabidas por quienes lo conocimos. Fue mi alumno, así que puedo afirmar con autoridad que lo conté entre los mejores. Fue además, un excelente vecino y profesional médico, destacado por su vocación de servicio. Alguien que se recibió y volvió a su terruño; formó su familia y se volcó a trabajar en lo que más amaba: la medicina. Con aciertos y errores, como cualquier ser humano.
Soy consciente que
todos inexorablemente tendremos que irnos de este mundo, pero una persona de bien como Luis, jamás nos dejará. Él estará siempre presente.
Aunque dicen que decir adiós no es irse…¡Pero cómo duele! Al fin de cuentas, la vida es eso: un ir y venir de momentos vividos que nadie es capaz de atrapar, ni tampoco borrar de su memoria.
Cerraré los ojos y lo veré en la vieja Escuela Normal, levantando la mano para sacarse un diez… o en la calle, ya adulto, deteniéndose para saludarme con cariño y respeto.
Eduardo Galeano , en su libro “Patas para arriba” , dice que “ …al paso que vamos, pronto tendremos días que rendirán homenaje al Canalla desconocido, al Corrupto anónimo, al…”- No permitamos que se llegue a eso. Rindamos homenaje al hombre común, al facultativo generoso, al buen padre…
Así, podremos caminar por la vida generando recuerdos que nos harán GRANDES DE CORAZÓN.
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